Tu perro es tu mejor psicólogo y viceversa
Muchas veces hemos hablado de cómo nuestro estado de ánimo afecta a la relación con nuestro perro y a su propio bienestar, así como de la forma en que su estado de ánimo afecta a esta relación y a nuestro bienestar personal. Esta vez vamos a tratar de unirlo todo, centrándonos en esos círculos viciosos que muchas veces se originan en la relación perro/persona y en los motivos por los que pensamos que nuestro perro puede ser el mejor espejo para ver que algo en nosotros y/o en nuestro entorno, marcha mal.
Muchas veces vemos cómo las personas son incapaces de mejorar la relación con su perro y como, casi siempre, se acaba culpando al perro de ese fracaso (es muy testarudo, tiene mucho carácter, etc.). Lo más triste es que muchas veces se llega a esa conclusión tras contratar a “profesionales” (algunos no lo son tanto) y ver cómo parece que todo mejora en presencia de los mismos (entornos más controlados, mayor sensación de apoyo y seguridad, etc.) y cómo todo se va al traste cuando nos enfrentamos solos a la realidad (entornos más cambiantes e impredecibles, mas nerviosismo, etc.)
Antes de llegar a esta situación, casi siempre hay muchas cosas que podríamos haber evitado y que son síntoma de algo en nuestro entorno y/o en nosotros mismos no anda bien del todo (decidir adoptar un perro porque tenemos otro con “ansiedad por separación”, porque nos ha dejado nuestra pareja y nos sentimos solos, porque no podemos tener niños, etc.). Además lo hacemos de forma impulsiva, sin detenernos a pensar si es el mejor momento, si el perro se adapta a nuestro estilo de vida, si vamos a ser capaces de cubrir durante quince años todas sus necesidades, etc., adoptando o comprando perros con problemas (o generándoselos nosotros, desde el mismo momento en el que lo hacemos) por no haber sido capaces de evaluar correctamente nuestras posibilidades reales.
Es entonces cuando se suele crear un círculo vicioso, que muchas veces es bidireccional y que genera situaciones llenas de problemas, en las que nos suele costar mucho identificar dónde está el verdadero origen de los mismos… ¿que fue antes el huevo o la gallina? ¿El perro ladra porque está nervioso y nos pone nerviosos a nosotros o nosotros ponemos nervioso al perro, por lo que ladra, provocando que nos pongamos aún más nerviosos? ¿El perro tira de la correa porque es ansioso y yo tiro de la correa para controlarlo, poniéndome nervioso al no conseguirlo o yo tiro de la correa porque tengo miedo de lo que pueda pasar, haciendo que le transmita mi miedo e inseguridad al perro y que tire y se ponga ansioso, lo que provoca que yo me ponga aún más nervioso? Son muchos los ejemplos que podríamos poner en los que la mayor parte de las veces todo depende más de nosotros mismos y de nuestras emociones, que de las de nuestro perro, si bien, como decíamos, no siempre es así y, en muchas ocasiones, una cosa nos llevará a la otra (un desequilibrio en el perro afectará a nuestro propio equilibrio y nuestro desequilibrio o el de nuestro entorno afectará al del perro, siempre teniendo en cuenta que, como decimos siempre, no hay que obsesionarse con la búsqueda de ese equilibrio ya que suele ser más una cuestión de identificar problemas y encontrar soluciones, que de obsesionarse con objetivos que, en muchas ocasiones, incluso podríamos calificar como utópicos).
Dicho todo esto, nuestro perro puede ser nuestro mejor psicólogo por varios motivos:
- Nos ayuda a identificar nuestros problemas y desequilibrios (por ejemplo, un perro que antes se mostraba tranquilo, empieza a mostrar signos de estrés, coincidiendo con una época en la que nosotros tenemos problemas y/o estamos estresados) y los de nuestro entorno (por ejemplo, vemos que nuestro perro se va siempre a otra habitación justo antes de que empecemos a discutir con nuestra pareja).
- Nos ayuda a esforzarnos para ser mejores personas (ya sea por un desequilibrio nuestro o de nuestro perro, si realmente queremos solucionarlo, tendremos que esforzarnos en trabajar en nosotros mismos, en nuestras emociones, nuestra forma de comunicarnos, nuestro autocontrol, etc.)
- Los perros nos ayudan a relajarnos, nos dan bienestar, nos obligan a salir a la calle y movernos, etc.
Si, como decíamos, tú perro puede ser tu mejor psicólogo y nosotros podemos ser el suyo ¿por qué no nos aprovechamos de ello y de paso le echamos una pata a nuestro perro? Es cierto que, en muchos casos, esto requerirá algunos esfuerzos por nuestra parte (que, sin ninguna duda, serán recompensados con creces) pero en otras ocasiones, solo se tratará de observar, dejarse acompañar, sentir… y disfrutar de tu perro!!!
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Uka, la guapa de la foto, está deseando ser tu psicóloga personal. Si quieres darle la oportunidad que se merece, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:
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Nunca me habían gustado los perros hasta que hace 1 año mi hijo compró 2 pomeranias (macho y hembra) me los trae de visita con frecuencia y me muero por ellos y ellos por mi. Los amo ❤❤❤con el alma. Igualmente le sucede a mi madre. Son unos gran psicólogos.❤❤❤