
El mito del perro equilibrado
Siguiendo con nuestra sorprendente saga de publicaciones sobre grandes mitos relacionados con los perros, esta vez vamos a hablar sobre el mito del perro equilibrado y los problemas que, en nuestra opinión, su búsqueda genera a los perros, a las personas y a la relación entre ambos.
En sus múltiples variantes, es otra de las frases más escuchadas cuando hablamos de perros: “este perro no está equilibrado…”, “si quieres tener un perro equilibrado tienes que…”, “ese mal comportamiento se debe a que el perro no está equilibrado…”, etc.
Desde luego ser o estar equilibrado no debería ser algo negativo, sino que más bien parece lo deseable, pero, aunque pueda parecer contradictorio ¿esta búsqueda constante y casi desesperada del equilibrio en nuestro perro es positiva o es negativa? ¿debemos centrar todos nuestros esfuerzos en conseguir que nuestro perro esté equilibrado?
Como decíamos, el equilibrio se supone que es algo bueno, el ideal al que todos aspiramos (seguramente también sea un poco aburrido, pero la verdad es que nosotros nunca hemos llegado a conseguirlo así que no lo podemos asegurar). Lo cierto es que no estamos seguros de que conozcamos a alguna persona que esté realmente equilibrada… algunas lo están más y otras menos, pero ¿realmente equilibradas? No lo creemos. Este mundo en el que vivimos, con todo su estrés, sus injusticias, su polarización económica… con sus modelos idealizados e imposibles de lograr, con todas esas grandes expectativas y “necesidades” que no siempre somos capaces de cumplir o alcanzar…, etc. está totalmente desequilibrado y parece claro que, aunque nos guste pensar lo contrario y en mayor o menor medida, las personas que en él vivimos, también lo estamos.
Sin embargo, a los perros, que también viven en este mundo desequilibrado y conviven con estas personas desequilibradas, les exigimos que estén y sean muy equilibrados ¿¿?? Parece, cuanto menos, injusto ¿Cómo vamos a conseguir que los perros estén equilibrados si nada de lo que les rodea lo está? Pero no solo nos parece injusto, sino que, a nuestro juicio, parece algo totalmente imposible de lograr para el común de los mortales.
Y ahí es donde está el fallo del planteamiento: nos meten entre ceja y ceja un objetivo que nunca podremos alcanzar y ¿eso que genera? Expectativas incumplidas, frustración, decepción, etc. ¿Y quién acaba pagando los platos rotos? Como siempre, el perro, al que le estamos exigiendo algo que no es que no quiera cumplir, sino que simplemente no puede alcanzar y no solo no nos damos cuenta de ello sino que acabamos haciéndole el único culpable de un desequilibrio del que, como hemos dicho, solemos formar parte.
Entonces ¿deberíamos dejar de intentar tener un perro equilibrado? Sí, sin ninguna duda. Lo primero porque, como hemos dicho, no lo vamos a conseguir, al menos totalmente, que es el aparente objetivo. Lo segundo porque la forma de intentar acercarnos a ese objetivo nunca debería consistir en centrarnos en él sino en trabajar día a día en muchas pequeñas cosas y en conseguir metas mucho menos ambiciosas, que si que están a nuestro alcance y al del perro. Y lo tercero porque con esa obsesión por obtener un perro equilibrado estamos logrando justo lo contrario de lo que queremos conseguir…
Si nuestro perro come comida de calidad, tiene los paseos que necesita, se relaciona bien con sus iguales, se siente entendido por los humanos que le rodean, etc. podrá ser (aunque no necesariamente será) un perro mucho más feliz y equilibrado, pero para eso las personas tenemos que trabajar y dedicarles tiempo a nuestros perros, olvidándonos de objetivos inalcanzables y quitándole a nuestros compañeros de vida toda esa presión que, tan injustamente, siempre les trasladamos. Por supuesto, nos puede tocar en el reparto un perro súper equilibrado que casi, casi, se acerque a la perfección, pero desde luego no es lo mas habitual. Sin embargo si que es habitual que con nuestras acciones convirtamos a perros bastante cercanos a esa perfección que siempre estamos buscando en perros desequilibrados que están constantemente deseando complacernos pero a los que ni siquiera somos capaces de transmitir lo que esperamos de ellos.
Insistimos, el equilibrio total debe ser bueno por definición, pero no parece algo tan fácil de conseguir como siempre nos han vendido (solo con ser conscientes de esto ya mejoraremos mucho) y, desde luego, la forma de acercarnos un poquito más a él debería estar basada en pequeñas victorias conseguidas en base a objetivos alcanzables, no en grandes hazañas para las que ni nosotros ni nuestros perros estamos preparados, a pesar de que siempre nos hayan hecho creer lo contrario…
Y recuerda lo más importante… ¡¡no te olvides de disfrutar de tu perro!!
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