Firfi: historia de un perro desconfiado

Perro desconfiado

Firfi: historia de un perro desconfiado

Firfi era un perro mestizo, mediano, de unos tres años; uno de esos miles de perros que uno puede encontrar dándose un paseo por cualquier perrera o protectora de animales.

De hecho, Firfi, era uno de esos perros que, antes de ser adoptado, esperó durante meses una oportunidad, tras unos barrotes. Tuvo mucha suerte, porque cuando llegó el momento de su adopción, ya tenía casi un año y medio de edad y hasta ese momento todo el mundo pensaba que lo iba a tener muy difícil…

La pareja que le adoptó no podía quererle más y siempre trataban de hacer lo mejor para él, aunque no siempre eran capaces de conseguirlo.

Porque Ana y Enrique hacían todo lo que se suponía que tenían que hacer, pero Firfi tenía algunos problemillas que no solo no mejoraron desde su adopción, sino que se fueron incrementando, a pesar de las muchas horas que habían pasado leyendo e intentado encontrar información al respecto, de los adiestradores, etólogos y educadores caninos que habían contratado, etc.

¿Que problemillas tenía? Ana y Enrique siempre decían que Firfi era un pero muy bueno y obediente y que no lo cambiarían por nada en el mundo, pero Firfi solía hacer pis en casa (sobre todo en su cama), de vez en cuando rompía algún objeto del hogar que llamaba su atención, no le podían soltar porque algunas veces se alejaba y no eran capaces de conseguir que acudiese cuando le llamaban… Sobre todo les preocupaba la desconfianza que en algunas ocasiones mostraba con ellos (les preocupaba bastante porque no sabían identificar por qué en algunas situaciones parecía que confiaba ciegamente en ellos y en otras parecía que no se fiaba) y con otras personas (a las que ladraba, de las que intentaba alejarse o huir, etc.)

Además, se daba una curiosa situación y es que Ana y Enrique por una parte achacaban parte de los problemas de Firfi a su pasado en la protectora, pero por otro tenían la sensación de que no había parado de empeorar desde que estaba con ellos, a pesar de las clases grupales y a domicilio que habían recibido y tras las que, en general, habían llegado a la conclusión de que Firfi era un perro inestable, que necesitaba un liderazgo firme, largos paseos para conseguir equilibrarle, mucha socialización, etc.

Pero lo que de verdad le pasaba a Firfi, es que tenia, miedo, estrés y ansiedad, algo que ya arrastraba desde cachorro por las duras circunstancias que le tocó vivir, que se incrementó cuando fue abandonado y posteriormente en la protectora (aunque allí se consiguió estabilizar en un punto “aceptable”) y que empeoró aún más tras la siempre crítica adaptación a su nuevo hogar y los fallidos intentos de Ana y Enrique de conseguir ser los líderes que supuestamente Firfi necesitaba.

Y es que Firfi realmente necesitaba muy poco para ser feliz y con que Ana y Enrique se pusiesen un poco en su lugar y entendiesen que su compañero de vida no hacía las cosas para molestarles ni divertirse, sino que solo tenía que canalizar de alguna forma todo lo que llevaba dentro, que si huía o no acudía cuando le llamaban no era porque les vacilase, fuese travieso, desconfiado o hubiese que educarle sino porque no tenía un buen vínculo con ellos y se habían vuelto impredecibles para él (ni siquiera sabía si le tocaría premio o castigo), ya tendría más que suficiente…

Realmente Firfi no tenía problemas muy diferentes a los que tenían la mayor parte de los perros que les rodeaban: incomprensión por parte de los humanos, falta de cobertura de alguna de sus necesidades básicas, entorno “hostil”, voluble e impredecible…

¿Acabarán resolviéndose estos problemas y Ana, Enrique y Firfi conseguirán convivir en armonía y disfrutar unos de otros? Difícil saberlo. Por probabilidad, no lo conseguirán (¡son tantos los perros que acaban sus días sin ni siquiera haber sido comprendidos!), pero tienen un punto muy importante a favor y es que Ana y Enrique siguen buscando respuestas, lo que unido a la habitual capacidad de los perros para responder rápidamente en cuanto empezamos a hacer bien las cosas y a que cada vez hay más profesionales con buenas capacidades para entender a los perros y transmitir sus conocimientos a los humanos, podrá darles una oportunidad que esperemos que, si llega, sepan aprovechar…

Moraleja: las personas solemos malinterpretar lo que nos dicen los perros y vemos problemas diversos donde muchas veces no hay más que miedo, incomprensión, falta de empatía… Los perros necesitan poder confiar en nosotros, entender lo que esperamos de ellos… y, sobre todo, que les dejemos ser perros. La personas, curiosamente queremos lo mismo de ellos y nos encantan los perros por ser como son, pero, paradójicamente, no les dejamos ser perros…

Y recuerda lo más importante… ¡No te olvides de disfrutar de tu perro!

Puedes ver todas nuestras publicaciones siguiendo este enlace.

El perro de la foto, Al Pacino es un abuelito que, como Firfi, solo necesita una oportunidad y que alguien esté dispuesto a darle todo lo que necesita. Si quieres darle la oportunidad que se merecen, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: