Kalma: historia de una perra muy buena que dejó de serlo

Perra muy buena que dejó de serlo

Kalma: historia de una perra muy buena que dejó de serlo

Todo el mundo coincidía en que Kalma era una perra muy buena y la verdad es que, a sus ocho años, había demostrado sobradamente el gran aguante que tenia con los humanos.

Con los perros era un poco distinto. También tenía mucho aguante con ellos, pero cuando tenía que indicarles que habían sobrepasado el límite, lo hacía sin contemplaciones, aunque con una templanza y proporcionalidad que ya nos gustaría a la mayor parte de los mortales.

Pero lo que más sorprendía a todas las personas era la paciencia que tenía con los niños. Lo aguantaba todo; tirones de oreja, pisotones, mordiscos, atropellos… todo!!!

Ocho años siendo una perra perfecta, hasta que dejó de serlo…

Aquel parecía un día como tantos otros (muchos invitados en casa con sus respectivos hijos, todo el mundo pasándoselo muy bien, con mucho bullicio y ruido…), pero acabó por no ser un día como los demás.

Fue ya por la tarde, después de horas corriendo detrás de la pelota (que niños y mayores le lanzaban incesantemente), de soportar gritos, zarandeos, de no poder encontrar un sitio en el que descansar…cuando el límite de la paciencia Kalma se vio desbordado.

No fue más que un aviso, casi una solicitud de auxilio, pero a los ojos de los humanos que presenciaban la escena se trató de mucho más que eso: uno de los niños agarró la cabeza de Kalma y se la empezó a mover de un lado al otro, pegó la suya a la de ella, se tiró encima… Mientras tanto, el resto de los niños se agolparon también sobre ella; mucho ruido, nerviosismo, alboroto…

Kalma está muy incómoda y avisa: se relame, gira la cabeza, intenta irse, pero no la dejan… Finalmente gruñe y uno de los padres se percata y la regaña: “¡Kalma no! ¡Pero bueno! Con lo buena que tú eres… ¡no eh!” Y pocos segundos después la historia sigue igual: Kalma aguantando el chaparrón, hasta que de repente un niño la agarra por detrás, haciéndola daño y ella lanza una dentellada hacia el brazo. Fueron milésimas de segundo; solo un aviso, morder y soltar, pero todos lo ven y la vida de Kalma cambia para siempre.

El niño comienza a llorar, los padres corren y mientras unos alejan a la perra otros intentan proteger a sus niños o ver el daño que Kalma le ha hecho al pequeño que, realmente, no tiene “nada mas” que unas marcas de la mordida y lo que se intuye que será un buen hematoma, pero la fiesta se acaba…

El niño se va a su casa y los Dueños de Kalma, tras mucho pensar, deciden que no se pueden arriesgar a que algo así vuelva a suceder. Les duele en el alma, pero, si quieren evitar que algo así vuelva a suceder en el futuro, se tienen que deshacer de ella.

Es así como Kalma, la víctima, se convierte en culpable y doblemente damnificada. Mientras, los niños seguirán sin saber todo lo que hicieron mal y los dueños y padres, únicos responsables de todo lo que sucedió seguirán sin aprender nada, sin hacerse cargo de sus perros y/o hijos y comprando muchas papeletas para que algo aún más grave pueda suceder en el futuro…

Moraleja: los perros suelen tener una paciencia casi infinita con los niños. Tanto, que es lo que normalmente las personas les exigimos que hagan, sin importarnos si es justo o incluso si es posible. Poco nos importa que nosotros mismos no tengamos, ni mucho menos, esa paciencia que exigimos y muchas veces perdamos los nervios con los niños a la mínima ocasión.

Es muy fácil, tanto para las personas que conviven con perros como para los padres de los niños liberarse de toda responsabilidad y cargársela al perro, pero los perros no deberían ser considerados buenos por aguantar lo inaguantable ni deberían pasar a ser los malos de la película cuando no son capaces de hacerlo.

No valorar esa paciencia que suelen tener no es justo ni inteligente, igual que tampoco lo es culparles cuando no son capaces de tenerla. Respeto, empatía, responsabilidad, educación… Son palabras que os habréis cansado de leer en nuestras publicaciones y que, si queremos evitar este tipo de problemas antes de que sucedan, igual tenemos que empezar a ponerlas en práctica, hacernos cargo de una parte de toda esa responsabilidad que descargamos sobre los perros y empezar a ponernos un poco en su lugar, conocerles, valorarles y respetarles en su justa medida…

Y recuerda lo más importante… ¡No te olvides de disfrutar de tu perro!

Puedes ver todas nuestras publicaciones siguiendo este enlace.

En la protectora Hoope hay muchos perros esperando la oportunidad que no tuvo Kalma. Si quieres darles la oportunidad que se merecen, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:

2 comentarios

  1. Eso es lo malo, muchísima gente piensa que son juguetes o niñeras, ya me gustaría que aguantaran todo lo que se tienen que aguantar los animalitos con sus vástagos, de hecho ni ellos los soportan por eso les compran un animalito, para que “se entretengan” y fácil, cuando pasa ésto solo se deshacen de él y compran otro…

    1. Hola Ross!

      Por desgracia, así es, pero como intentamos transmitir en la publicación, el problema no es de perros o de niños, sino de padres que tienen poco o nulo respeto por los animales, educación, empatía…

      Muchas gracias por el comentario y un saludo!!

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