El perro y la hoja en blanco

El perro y la hoja en blanco

El perro y la hoja en blanco

Hace unos días, hablando con una persona a la que en su día estuvimos echando una mano con su perra (caso con todos los problemas posibles, tras una larga historia de maltratos y abandonos) nos contaba que estaba muy contenta porque había mejorado mucho: “sigue teniendo sus cosillas, pero ahora podemos hacer una vida normal con ella y hemos dejado de sufrirla” nos dijo.

En ese momento, utilizamos el símil de la hoja en blanco que creemos que a mucha gente le puede servir para entender el camino recorrido junto a sus perros:

Cuando nacen, nuestros perros son como una hoja blanco (ya con sus propias características, pero en blanco). A partir de ahí, la hoja nunca dejará de cambiar, incluso aunque no hagamos nada con ella (variaciones de color fruto del paso del tiempo, marcas de los dedos, pequeñas deformaciones por caídas o manipulaciones, etc.).

Pero normalmente las hojas sufren modificaciones mucho más drásticas que todo eso y nos basaremos en dos ejemplos extremos para intentar explicarlo (entre ellos e incluso más allá de estos dos extremos, todas las posibilidades que se os ocurran).

Imaginaros que ese papel cae en las manos de un gran artista, de alguien que quiere y sabe aprovechar todas esas características propias de la hoja en blanco para hacer de ella algo realmente bonito. Pues aún así, cada trazo, cada pequeño error, quedará marcado en la hoja. Se podrá tapar o corregir pero ahí estará… Sea como sea, por muy bueno que haya sido el resultado, el paso del tiempo seguirá modificándolo (cambios de color, desperfectos fruto de la manipulación, etc.). ¿Y si quisiésemos volver a tener una hoja en blanco? Podremos volver a tener una hoja blanca, pintándola o reciclándola, pero nunca será la hoja en blanco que teníamos al principio….

Ahora imaginaos que esa hoja en blanco cae en manos de alguien que no le da ningún valor y, directamente, lo que hace es cogerla entre sus manos, hacer una bola y tirarla a la basura. Desde luego, esa hoja no se parecerá en nada a lo que era y se habrá convertido, a los ojos de muchos, en una hoja dañada, inservible para nada que no sea ir a parar a un contenedor de basura o arrojársela a otra persona… Pero ¿y si alguien que necesitase una hoja en blanco la sacase de la basura e intentase recuperarla? Pues depende de los daños que haya sufrido y de la pericia de las manos que lo hagan, el resultado será mejor o peor, pero seguro que será recuperable…

Imaginémonos que desdoblamos la hoja y la estiramos. Seguirá estando llena de arrugas, de marcas del maltrato sufrido ¿y si le pusiésemos unos libros pesados encima? Las marcas seguirán estando ahí, pero serán mucho menos perceptibles y, desde luego, será una hoja que ya sirva para hacer muchas cosas… ¿y si el que la sacase de la papelera fuese el artista del ejemplo anterior y decidiese aprovechar esas arrugas para hacer algo realmente bonito? Esas marcas seguirán estando ahí siempre, pero mientras no llegue alguien o algo que vuelva a estropear la hoja, seguirá siendo una obra de arte reciclado y precioso, a pesar de todas sus marcas y arrugas…

Llegados a este punto muchos se preguntarán por qué todavía no hemos hablado de perros, aunque realmente ya lo hemos hecho…

Si en el primer ejemplo, cambiamos hoja por perro y artista por persona que comparte la vida con un perro, nos daremos cuenta que con acompañar a nuestros perros y “aprovechar” sus propias características podemos lograr algo realmente bonito, que en el caso de los perros será una buena convivencia llena de momentos inigualables (lo que no quita para que en un momento dado sucedan cosas que “causen algún desperfecto en el papel” o incluso seamos menos artistas de lo que pensamos y “estropeemos” características innatas, en lugar de potenciarlas…)

Si en el segundo ejemplo hacemos el mismo ejercicio nos daremos cuenta de que la bola de papel podría ser un perro maltratado y/o abandonado que, si rescatamos e intentamos recuperar, podrá tener una segunda vida que, dependiendo de la brutalidad de maltrato, de las propias características del perro, de las nuestras, de lo que seamos capaces de esforzarnos y ayudarle a recuperar, etc. podrá llegar a un punto o a otro, pero desde luego, será un punto mucho mejor del que estaba, a pesar de las marcas y cicatrices que la vida le haya dejado…

En resumen ¿puede un perro con problemas, maltratado y/o abandonado recuperarse? Sin duda ¿podrá llegar a ser el perro que hubiese sido si no hubiese sido maltratado y/o abandonado? Nunca, porque las experiencias que ha tenido no han sido las mismas y todo ello ha dejado su huella… Entonces ¿hasta dónde podremos llegar? Depende, pero siguiendo el camino correcto siempre llegaremos a un punto mejor que en el que estábamos. Un punto desde el que podremos pararnos a analizar, disfrutar de todos los avances realizados y valorar esa pequeña-gran obra de arte que un día no fue más que un desecho en una papelera…

Y recuerda lo más importante…. ¡No te olvides de disfrutar de tu perro!

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Simone, la perrita de la foto, no es una hoja en blanco pero es una hoja preciosa y lo será aún más si la ayudas a conseguirlo. Si quieres darle la oportunidad que se merece, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:

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