
La verdadera clave de la relación con tu perro
Muchos de vosotros ya estaréis al tanto de que este año que acaba de comenzar va a traer cambios para nosotros y para dogminancia.com y, en este punto de inflexión, hemos decidido hablar de algo que para nosotros es verdaderamente importante, aunque, por experiencia, sabemos que muchos de vosotros no le daréis la importancia que tiene e incluso que muchos de los profesionales que nos siguen no estarán de acuerdo en lo que vamos a decir. Nos da igual. Por simple que parezca la idea, nos parece la piedra filosofal de la relación con nuestro perro y vamos a hablar de ello porque somos fieles creyentes de que el simple hecho de hablar de las cosas hace que las cosas cambien…
Las personas no nos esforzamos lo suficiente para que nuestros perros vivan bien, pero somos muy pocos los que lo reconocemos. Nos gusta pensar que les entendemos muy bien, que hacemos todo lo que está en nuestra mano, etc. y que, a pesar de ello, nos ha tocado el perro defectuoso, sus problemas se deben a su raza, etc.
En general, pensamos que con adoptar un perro y darle una cama, comida, agua y mucho cariño estamos cumpliendo con nuestra parte ¡Como no lo vamos a hacer si le hemos dado una nueva vida! Luego, es verdad que hay mucha gente que hace un esfuerzo extra por que sus perros estén bien, pero ¿hacen todo lo que está en su mano? Son muy pocos los que pueden decir que sí. Sin embargo, todos los perros del mundo hacen constantemente esfuerzos, muchas veces titánicos, por entendernos, tratar de hacerse entender y adaptarse a nuestras locas vidas…
Muchas de las personas que leerán esta publicación nos conocen bien y saben que cuando ha tocado, especialmente éste que escribe, no nos hemos andado con miramientos a la hora de hacer ver que el esfuerzo que estaban haciendo no estaba a la altura de lo que su perro requería y merecía ¿Cuánta gente está dispuesta a salir con su perro exclusivamente a las horas en las que éste puede tolerar salir a la calle? (muchas veces solo a altas horas de la noche o de la madrugada) ¿Cuánta gente tiene la disciplina suficiente para seguir un plan de trabajo estricto? ¿Cuánta gente está dispuesta a poner todos sus sentidos en el paseo con su perro? (en sus reacciones, en todo lo que se aproxima, en evitar lo que haya que evitar, en hacer lo que haya que hacer, etc.) ¿Cuánta gente está dispuesta a cambiar de casa, de coche o de estilo de vida por su perro? ¿Cuánta gente está dispuesta a reconocer sus errores y mejorar como persona para ayudar a su perro?… Poca, muy poca (a pesar de que todo el mundo diga lo contrario)
Y tampoco pasaría nada por reconocerlo (de hecho, una de las formas de mejorar la relación con nuestro perro es reconocer nuestras limitaciones y/o nuestros objetivos reducidos y simplificar al máximo tras haber aprendido a conocer mejor a nuestro perro). El problema es que solemos desviar hacia el perro toda esa poca disposición a trabajar y hacer esfuerzos: es muy miedoso, la raza es así, yo lo intento pero no sé lo que pasa, lo intenté un día pero vi que no funcionaba y ahora lo hago así, es que funciona mejor cuando hago esto, es que llevamos un mes trabajando y todavía no se ha solucionado… Ojo, entendemos a esas personas perfectamente porque, entre otras cosas, nosotros también estuvimos en esa situación pero que las entendamos no quiere decir que las justifiquemos…
No todas las personas pueden llegar al mismo nivel de entendimiento, ejecución, etc. con su perro ni todos los perros pueden llegar al mismo nivel de equilibrio, bienestar, etc. Es evidente. Pero camuflar nuestra propia ineptitud desviando toda la atención hacia el perro y limitar con ello su capacidad de mejoría es, cuanto menos, muy injusto. Prueba de ello es que muchos “perros irrecuperables” para algunos acaban siendo recuperados por otros, que muchos miedos que para algunos eran “intratables” acaban desapareciendo (eso sí, muchas veces, tras años de mucho esfuerzo y de hacer las cosas muy bien), etc.
Es verdad que hay casos muy complejos en los que es difícil acertar al cien por cien con lo que el perro necesita, pero generalmente estas dificultades no suelen ser más que malas excusas. Aún acertando solo un 50% en el diagnóstico y con solo un 50% de esfuerzo/buena ejecución de la persona, mejoraríamos ¿un 25%? Desde luego que, poniendo un poco más de nuestra parte, el porcentaje debería ser mucho más alto en la mayor parte de los casos, pero, aun así, seguro que lo firmarían la mayor parte de los perros si pudiesen hacerlo…
Un ejemplo personal para que veáis que un servidor ya se aplicó el cuento que predica: hace no muchos años, realizando unas prácticas en una protectora hice un análisis profundo de lo que necesitaba uno de los perros que allí tenían con “problemas de agresividad”, estereotipias… Cuando le conté al educador canino de la protectora el plan que iba a seguir me dijo: “es un buen análisis, pero igual es un objetivo demasiado ambicioso…” En el momento no reparé en su comentario, pero unos días después, tras ver que el perro no evolucionaba como yo había previsto, me vino a la mente aquella frase que, desde entonces, siempre tengo presente (Muchas gracias por ello, Luis) y cambié todo el planteamiento.
Efectivamente, el nivel de estrés de aquel perro era tan alto que hubiese seguido toda la vida chocándome contra una gran roca sin moverla ni un ápice hasta, seguramente, llegar a la conclusión de que aquel perro no tenía solución ¿Cuál fue mi esfuerzo en ese caso? Luchar contra mi ego para darme cuenta de que el problema estaba en mi planteamiento y no en el perro que solo estaba pidiendo a gritos que alguien le ayudase…
Nunca sabréis si la mejoría de vuestro perro tiene techo, pero lo que sí que sabéis es que todos podéis hacer más esfuerzo… En unos casos, como el mío, será un esfuerzo para ser más humildes y reconocer nuestros errores, en otros casos el esfuerzo consistirá en aprender a ser más paciente, en aprender a no frustrarnos, en ser menos perezosos para poder levantarnos a las cinco de la mañana o en reducir algunos gastos para poder contratar un buen educador canino… En la mayor parte de los casos, será un poco de todo.
En resumen: si tenéis problemas con vuestro perro, por favor, no pongáis todo el foco en él porque el perro nunca es el problema, el perro, “solo” tiene un problema y de nuestro esfuerzo dependerá que su mejoría llegue hasta ese punto, para nosotros desconocido, hasta el que puede llegar…
Llegados a este punto muchos se preguntarán: ¿y por qué dicen que es la clave para relacionarse bien con perros si solo han hablado de perros con problemas? En la publicación nos hemos centrado en los perros con problemas pero es imposible tener una buena relación con nuestro perro si no nos esforzamos (esforzarse no equivale a sufrir) ¿como vamos a entender a una especie diferente que se comunica de forma totalmente distinta sin esforzarnos? ¿Como vas a intentar ponerte en el lugar de tu perro sin esforzarte? ¿Como vas a saber lo que necesita sin esforzarte?… ¿Como vas a saber si realmente no tiene problemas sin esforzarte?
Este es nuestro regalo de reyes anticipado. No nos ha costado ni un euro, pero si ha requerido de un esfuerzo por nuestra parte que creemos que ha merecido la pena. Esperamos que os guste tanto como a nosotros nos ha gustado prepararlo 😉
Y recuerda lo más importante… ¡¡No te olvides de disfrutar de tu perro!!
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Popeye, el modelo de la foto, lleva demasiado tiempo esperando que alguien le dé una oportunidad. Si quieres darle la oportunidad que se merece, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:
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