Abundio: Historia de un típico adiestrador estrella

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Abundio siempre llegaba a trabajar como si de una estrella del rock o del fútbol se tratase. Llegaba con su coche  a toda pastilla y cuando salía de él, siempre se ponía sus gafas de sol que le daban aún mas aire de superstar. Se sentía importante. Aquel era su territorio y en él podía aleccionar a adoptantes, voluntarios y voluntarias haciendo gala de todo su conocimiento. Le gustaba hacer demostraciones con los perros más fuertes para que a nadie se le olvidase quien mandaba en aquella perrera.

Y es que, Abundio, creía que lo sabía todo sobre los perros. Siempre decía que hacía tiempo que no asistía a cursos porque, con la experiencia que acumulaba, ya no tenía nada que aprender y se jactaba de haber abandonado un seminario de Turid Rugaas porque «la vieja, no decía mas que tonterías…». Estaba convencido de haber llegado a su tope y quizás tenía razón…

Y luego estaba su amigo, Antonio Pichote, que se había formado en la misma escuela que él pero hacía ya mucho tiempo que seguía otro método de adiestramiento. Por supuesto, también estaba convencido de que lo sabía todo. La única diferencia es que mientras Abundio se etiquetaba a sí mismo como «adiestrador en positivo» y decía que adiestraba un 80% en positivo y un 20% en modo tradicional (“la única forma posible porque, si no ¿que hacías con los perros difíciles?”), Antonio Pichote lo hacía como «Psicólogo Conductista Canino» pero a pesar de esa «pequeña diferencia» ambos se sentaban, uno al lado del otro, en el olimpo de los dioses del adiestramiento, y criticaban al resto de adiestradores y educadores caninos, la mayor parte de las  veces veces, con saña.

Abundio y Antonio Pichote también pasaban muchas horas intentando convencerse uno a otro, pensando, cada uno de ellos, que el contrario estaba completamente equivocado. Los dos decían que les iba muy bien con sus métodos y, desde luego, así era: Abundio era el Rey de la perrera y Pichote era el Rey de cada una de las casas que le llamaban diariamente para pedirle ayuda con sus perretes…

Seguramente, ambos tenían razón y, a pesar de seguir caminos totalmente distintos, habían llegado al límite de sus capacidades… porque los dos se habían olvidado de lo más importante: los perros.

¿Como podía ser que se olvidasen de los perros si trabajaban cada día con ellos? El ego les había hecho centrarse en ellos mismos, en sus conocimientos y en sus acciones y su trabajo se había convertido en el mecánico trabajo de un operario de fábrica: el perro gruñe, pues hago esto, el perro tiene miedo, pues hago esto otro… y muchas veces funcionaba!! Las veces que no funcionaba, también lo tenían claro: el perro era incorregible, las personas no hacían lo que les decían… cualquier cosa menos analizar en profundidad la situación o asumir cualquier tipo de responsabilidad.

Habían perdido la humildad y no solo habían dejado de aprender de otros profesionales sino que habían dejado de aprender de los perros. Y un educador canino que no es humilde puede ser «el líder de la manada» de clientes, voluntarios, lectores, telespectadores, etc. Podrá incluso ser una súper estrella pero nunca será un buen profesional, porque los perros son humildes y no tienen necesidad de aparentar ni de pavonearse. Los perros, nos enseñan cada día, se muestran tal y como son y tal y como se sienten en cada momento pero, para «escucharles», hay que estar atento a los que nos dicen, sin rigideces y, olvidándonos un poquito de nosotros mismos y de lo mucho que sabemos (o creemos que sabemos)…

Moraleja: Huid de «adiestradores estrella» como Abundio y Antonio Pichote. Huid de autocalificaciones rimbombantes y no caigáis en la titulitis (la formación continua es imprescindible en un educador canino pero tener un máster en etología o un título supuestamente homologado no implica ser un buen educador canino).

Todos los educadores caninos que son realmente buenos, son muy conscientes de ello y, por supuesto, creen que sus métodos son los mejores (por algo los utilizan). Pero no hemos conocido ni uno solo al que su ego le impida tener la humildad suficiente para aprender cada día de los perros y de todo lo que puede influir en su comportamiento. Porque, insistimos, sin humildad, es imposible relacionarse bien con los perros y, por lo tanto, ser un gran educador canino.

P.D.: Aprovechando esta entrada en la que hemos hablado de los «adiestradores estrella» y del ego del educador canino, queremos hablar de un tema que, creemos, no da para hacer una entrada sobre él pero si que nos parece importante y está relacionado con lo comentado anteriormente:

Hace mucho tiempo que vemos «intercambio de golpes» entre educadores caninos que siguen distintos métodos. Todos se creen en posesión de la verdad y muchas veces, incluso gente a la que apreciamos y/o admiramos, se olvidan de esa humildad de la que hablábamos y, lo que es peor, del perro, que, como hemos dicho, es siempre lo más importante. El debate siempre es bueno, pero dejémonos de ningunear al otro y de creernos mejor que él, hagamos frente común y construyamos en lugar de destruir. Nos llama mucho la atención que se pierda tanto tiempo en debatir con vehemencia, por ejemplo, si es bueno premiar a los perros, cuando en el 95% de lo que se publica en la web se sigue hablando de métodos  mas o menos punitivos y la mayor parte de adiestradores y personas que conviven con perros siguen tratando al perro con correcciones constantes, de forma autoritaria, hablando de dominancia y liderazgo, utilizando collares eléctricos, de ahorque o de púas… Utilicemos esos esfuerzos para erradicar o reducir al máximo ese tipo de adiestramiento y, mientras tanto, debatamos, aprendamos unos de otros, seamos humildes y utilicemos el método que mejor nos parezca siempre que sea respetuoso con el perro. Todo lo demás, hoy por hoy, nos parecen debates estériles…(aunque nada nos gustaría más que dejen de serlo pronto)

Y recuerda lo más importante… ¡¡¡No te olvides de disfrutar de tu perro!!!!

Puedes ver todas nuestras publicaciones siguiendo este enlace.

Romero, el grandullón de la foto, no necesita ningún adiestrador sino una familia que le traté como se merece. Si quieres darle esa oportunidad, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:

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2 comentarios

  1. Hola:

    El tema de los «adiestradores estrella» se puede extrapolar y aplicar a tantos ámbitos… Hoy todo el mundo cree saber de todo, y lo peor es que pocos están dispuestos a aprender o a corregir errores.

    Buen post!

    Saludos

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