Muchas veces nos preguntan ¿y que está pensando (mi perro) ahora? Y no podemos responder mas que una cosa: no tengo ni idea. No podemos saberlo, de la misma forma que no podemos saber lo que piensa una persona (tampoco creemos que nos gustase saberlo). Lo que si que podemos hacer es intentar saber lo que nuestro perro siente en cada momento, simplemente, intentando ponernos en su lugar, teniendo en cuenta no solo las circunstancias que le acompañan en ese instante sino todas experiencias que conozcamos o intuyamos que ha podido vivir.
No podemos asegurarlo pero nos jugaríamos lo poco que tenemos a que un poquito mas de empatía es lo primero que nos pedirían nuestros perros si pudiesen chivárnoslo al oído. Porque si tuviésemos empatía entenderíamos que nuestro perro no ladra por molestarnos, rompe nuestras cosas porque tiene muy mala leche o tira de la correa porque está muy loco. Hacer el esfuerzo de ponerse en el lugar de nuestros compañeros peludos implica conocerles y tratarles mejor y, por lo tanto, mejorar infinitamente nuestra relación con ellos. Podríamos poner muchos ejemplos que lo demuestran pero creemos que los siguientes son suficientemente ilustrativos (casos reales vividos por nosotros en el último año):
- Clase sobre cómo aprenden los perros: El profesor me hace salir del aula mientras le explica al resto de los asistentes lo que va a intentar que yo haga (se supone que soy un perro y él tiene que conseguir que realice una tarea sencilla premiándome cada vez que me acerco al resultado esperado). El resto de la clase se lo pasó en grande mientras yo me estrujaba el cerebro por intentar adivinar lo que estaban esperando que hiciese. Fue muy fácil para mi entender el nerviosismo y la frustración que puede llegar a sentir un perro cuando le estamos enseñando algo que para nosotros puede parecer muy fácil pero para él no lo es (en muchos casos porque nosotros no lo estamos haciendo de la mejor forma posible).
- Publicación que hicimos sobre los collares de castigo: tras la publicación de este artículo, recibimos bastantes mensajes y comentarios diciendo que, bien utilizados, los perros no sentían dolor y que en muchos casos era la única herramienta posible. A muchos de ellos les invitamos a utilizarlos en sus propias carnes para que comprobasen si eran tan agradables como pensaban (nosotros lo hemos hecho, con mucha menos intensidad de lo que habitualmente se utilizan en los perros y os podemos asegurar que si alguien lo ha hecho y aún así no es capaz de ponerse en el lugar del perro es que tiene un problema importante…).
- “Problemas de comportamiento” sobre los que nos han consultado en el último año: En la mayor parte de los casos, detrás del síntoma visible (conductas destructivas, ladridos constantes, reactividad, etc.) estaba el miedo (a quedarse solo, a otros perros, a las personas, a que les quitasen la comida….). En ninguno de los casos, a las personas que nos consultaron se les había pasado por la cabeza esta posibilidad, a pesar de que, en la mayor parte de ellos, esas personas querían tanto a sus perros que habían empleado todos los medios a su alcance para intentar solucionar el problema ¿y si pusieron tanto empeño porque no se dieron cuenta de cual era el verdadero problema? Muy fácil: porque lo hicieron desde un punto de vista humano, sin intentar meterse en la piel del perro.
Si no hay empatía, es imposible mantener, de una forma sana, cualquier tipo de relación. Mas aún cuando en esa relación participan dos especies diferentes que no se comunican, actúan ni sienten igual. Si nos esforzásemos más en saber cómo se relacionan, actúan y sienten nuestros amigos peludos y tuviésemos en cuenta sus vivencias y los factores que en cada momento pueden influir en su comportamiento (estrés, clima, entorno, , estímulos, miedo, etc.) dejaríamos de ver, por ejemplo, perros agresivos cuando éstos nos gruñen o perros graciosos cuando se persiguen la cola para mordérsela.
No tenemos ninguna duda, siendo empáticos la relación con nuestros perros mejoraría exponencialmente. Tenemos claro que ese es el camino a seguir porque aunque ningún perro ha podido todavía susurrarnoslo al oído, todos los que hemos tratado, sin excepción, nos han mostrado su agradecimiento de mil formas distintas el sentirse (alguno de ellos por primera vez en su vida) escuchados, comprendidos y respetados…
Venga, intenta meterte un poco en la piel de tu perro y verás como muchas cosas empiezan a cobrar sentido ¿o vas a seguir esperando a que él mismo te lo pida?
Y recuerda lo mas importante…. ¡¡¡No te olvides de disfrutar de tu perro!!!
1 comentario