
¿Por qué me tocas?
Los perros y la personas nos parecemos en muchas más cosas de las que siempre nos han hecho creer, pero también tenemos muchas diferencias. Una de ellas es la forma en la que interactuamos y como las personas necesitamos un contacto físico que la mayor parte de las veces a los perros les sobra y/o les incomoda…
Cuando una persona conoce a un perro, lo más habitual es que la primera tenga una necesidad imperiosa de acariciar al segundo. Realmente, establecer contacto físico es algo natural para nosotros y la forma en la que nos saludamos y/o nos mostramos afecto. Pero los perros no son así (ellos guardan mas las distancias y tienen sus propios protocolos) por lo que normalmente no entienden ese acercamiento de la misma forma que lo hacemos nosotros.
Además, habitualmente, iniciamos ese contacto de la peor forma posible (invadiendo su espacio, desde arriba, con movimientos rápidos, tocándoles la cabeza, acompañándolo todo con mucho ruido y poca calma…), por lo que no se trata únicamente de que para los perros no sea natural ese acercamiento, sino que ni siquiera favorecemos que puedan prepararse para él, de tal forma que lo vean venir, por lo que, habitualmente, lo que conseguimos es que estos contactos les inquieten, incomoden, molesten e incluso les perjudiquen… Porque no todos los perros son iguales, ni se encuentran siempre en el mismo estado emocional, por lo que nuestra “falta de educación” pueden percibirla desde un “¿por qué me tocas?” hasta un “¿por qué me haces esto?”
Cuantas veces nos hemos visto en la situación de pasear con perros con miedo y tener que protegerles de ese tipo de contactos en los que las personas no solo no son conscientes de que el perro no está preparado para ellos, sino que cuando les dices que, por favor no se acerquen te dicen cosas del tipo “no, si a mí no me da miedo, si se le ve muy bueno…” y tras un buen sobeteo mandan al traste el trabajo de días e incluso semanas, por no darse cuenta de que la otra parte también cuenta en esto de saludarse…
Muchas veces, además, estos contactos indeseados son forzados no solo por los desconocidos que se acercan a los perros, sino por “los dueños” de los mismos, que les sujetan, les arrastran, les riñen, etc. para que se dejen acariciar, sin tener ninguna consideración con sus perros ni, seguramente, ningún conocimiento de los problemas y molestias que esto puede llegar a generar en ellos.
Porque, aunque la mayor parte de las veces, los perros sufren esta falta de consideración en silencio” realmente sí que nos comunican su incomodidad de muchas formas: girando la cabeza, quedándose completamente inmóviles, relamiéndose, bostezando, sacudiéndose, etc. Todas ellas, formas muy distintas de comunicar su falta de comodidad y/o enfado, de las que utilizaríamos nosotros (hablando, levantando el tono de voz, apartando al otro, etc.), lo que favorece enormemente el que caigamos repetidamente en el mismo error.
Adquirir unos conocimientos básicos sobre cómo se comunican y relacionan los perros debería ser imprescindible y nos podría evitar muchos disgustos ya que muchas veces solo nos enteramos de lo que nos dicen nuestros perros tras “una agresion” que, generalmente, se produce después de muchos intentos, tratando de informarnos de que estamos haciendo algo que no les gusta…
Así que ya sabéis, tarea imprescindible aprender a entender y relacionarnos mejor con nuestros perros. Mientras tanto un consejo: cuando conozcas a un perro, piensa que lo más probable es que ese contacto físico, como poco, le sobre. Evidentemente, no siempre será así, pero, ante la duda, no le toques, no le metas la mano en el hocico, etc. Seguro que así no fallas. Deja que sea él el que decida si se acerca o mantiene las distancias; si realmente quiere establecer ese contacto físico, lo notarás y si realmente quiere caricias, dáselas, pero no olvides que no es algo que él te pediría de forma natural y que los perros también tienen sus días, por lo que puede que el próximo día que te encuentres con él y le des caricias sin pararte a pensar si en ese momento el perro quiere que lo hagas, mientras tú disfrutas del momento, el perro esté pensando “¿por qué me tocas?”
Y recuerda lo más importante…. ¡No te olvides de disfrutar de tu perro!
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