Tengo un perro y ahora también tengo un bebé ¿problemas?

Perros y niños-dogminancia

Perros y niños, un tema siempre apasionante y controvertido por todo lo que implica (protección al niño, protección al perro, incidentes en los que se ven implicados unos y otros, sentimientos…). Varias veces hemos pensado en escribir sobre ello pero es ahora, quince días después de haber tenido una hija, cuando nos sentimos plenamente capacitados para hacerlo:

En los últimos meses mucha gente nos ha preguntado cómo les íbamos a presentar, si no teníamos miedo de la reacción de los perros, si no nos preocupaba que la niña enfermase porque un perro se le acercase o la lamiese, que hizo el perro cuando la conoció… e incluso algunas personas se han creído legitimadas para reprender a los perros que se acercaban a Vera. Creemos que es más fácil que todo eso y en las próximas líneas procuraremos hilar nuestra reciente experiencia con lo que creemos que se debería y no se debería hacer cuando llega un bebé a una familia con perros (en una segunda publicación hablaremos de la situación en la que es el perro el que llega a una familia con niños, de la relación entre niños y perros, en general, y de lo que podemos hacer los adultos para que ésta se desarrolle de la mejor manera).

Los perros no tienen ningún problema con los niños ni los niños tienen ningún problema con los perros. Somos los adultos y las situaciones que muchas veces permitimos o generamos los que muchas veces creamos problemas en unos, en otros y en la relación entre ambos. Solo con interiorizar esto, ya tendremos mucho ganado.

Cuando un bebé llega a casa: Hay una idea generalizada, incluso entre grandes profesionales a los que admiramos, de que hay que dar a oler al bebé al perro para «presentárselo», incluso «grandes expertos» (en este caso sí lo decimos con ironía) nos han recomendado que mientras nosotros estábamos en el hospital alguien llevase alguna prenda con el olor del bebé para que cuando llegásemos ya le fuese familiar el olor. En nuestra opinión, todo debería ser mas natural y mas seguro. Vemos habitualmente en las redes sociales «tiernas escenas» de bebés que son presentados a sus familiares perrunos. Se nos ponen los pelos de punta al ver siempre la misma escena: cabezas de bebés que son acercadas a las cabezas de los perros que, nerviosos e incómodos,  no paran de lanzar señales de calma. Tenemos suerte de que, una vez más, los perros hagan el trabajo mucho mejor que nosotros y, casi siempre, sean capaces de contener su nerviosismo, miedo a lo desconocido, etc. y de perdonar esa invasión de su espacio y esa inquietud provocada por esos seres desconocidos que no paran de llorar o mover sus brazos en dirección a ellos. Como siempre que hablamos de perros, creemos que deberíamos basar nuestras acciones en el conocimiento y respeto de de los mismos. Si así lo hacemos, nos deberían bastar unas sencillas pautas que nos sirvan para saber lo que debemos y lo que no debemos hacer:

  • Si tenemos un perro sin problemas, al que conocemos bien y con el que tenemos una buena relación ¿por qué tendríamos que preocuparnos mas que en otras situaciones que vivimos en el día a día? (seguro que nuestro perro ya se ha cruzado con bebés, ha gestionado situaciones tensas con niños que les han hecho todo tipo de niñerías, etc.)
  • Si nuestro perro tiene problemas, parece lo mas lógico intentar solucionarlos con calma antes de la llegada del bebé a nuestras vidas y no esperar al día D para jugárnoslo todo a la ruleta rusa.
  • Tenga o no tenga problemas nuestro perro, el momento  en el que conozca al bebé deberá ser supervisado por nosotros, al igual que tendremos que hacer en cada uno de los días de los años sucesivos.
  • Esa supervisión no debe implicar tensión ni miedo, sino que debe estar fundamentada en que en la relación de los niños y los perros, siempre puede haber momentos tensos, malentendidos, etc. en los que es bueno que estemos presentes para evitar que la situación se complique (igual que no dejarías al bebé al cuidado de tu sobrina de 8 años, por muy buena que sea y por mucho que la quieras, no deberías cargar con esa responsabilidad a tu perro. Aunque la mayor parte de las veces nos acaban sorprendiendo gratamente, no deberíamos correr ese riesgo ).
  • Hay que conocer a nuestro perro y estar atento a todo lo que nos comunica. Si mi perro está relajado ¿por qué le voy a impedir acercarse al bebé? Si mi perro está inquieto, alerta, con miedo… ¿es buena idea «meterle al niño en la trufa para que se conozcan»? Una vez más, recomendamos el conocimiento de las señales de calma y del lenguaje canino.
  • Dejar que nuestro perro huela a nuestro bebé, no es lo mismo que meterle literalmente al bebé encima «para presentárselo». Nos parecen totalmente contraproducentes esas situaciones forzadas, que también vemos en otras muchas situaciones, cuando las personas cogen a un perro y le ponen de culo a otro para que éste les huela o les obligan a hacer el famoso y dañino Alpha Roll…
  • Cuando las personas llegamos a casa después de haber tenido un bebé solemos estar mas cansadas y tensas de lo normal. Deberíamos hacer un esfuerzo por calmarnos y, la mayor parte de las veces, por eliminar de la ecuación todas las variables que puedan añadir mas tensión (cámaras para inmortalizar el momento, personas que nos pongan nerviosos con sus consejos, etc.). Un poco de calma y eliminar cualquier distracción que nos impida disfrutar y analizar la situación es suficiente muchas veces para cambiar una situación preocupante y angustiosa por un momento placentero para todos, incluido el perro.
  • Deberíamos evitar cualquier tipo de corrección o reprimenda al perro, si queremos que la relación fluya como es debido y evitar que el perro realice relaciones indeseadas (por ejemplo, si cada vez que el perro se acerca al bebé, le regañamos, estaremos comprando papeletas para que nuestro perro relacione al nuevo habitante de la casa con algo negativo).
  • Si no lo hemos hecho previamente, desde el mismo momento en el que nos hemos enterado de que vamos a tener un hijo, deberíamos empezar a preparar al perro par la llegada del bebé. Enseñarle a estar tranquilo y a ser independiente, acostumbrarle a menos interacción si creemos que la llegada del bebé también lo va a provocar, salidas mas cortas a la calle si creemos que se van a ver reducidas, acostumbrarle al sonido del llanto de los bebés si creemos que lo puede llevar mal, a no saltar sobre nosotros si lo hace normalmente,  etc.

En resumen, la llegada de un bebé a nuestras vidas, no debe implicar más que cosas positivas para nosotros, nuestro perro y, por supuesto, nuestro bebé. No hay motivos para estar tensos ni preocupados, a no ser que ya tuviésemos motivos para estarlo (en ese caso, el problema no es que tengamos un bebé o que tengamos un mal perro, sino que hemos sido irresponsables y hemos dejado crecer una mala situación, hasta llegar a un momento crítico como éste). Como ejemplo, el día que llegamos con Vera a casa, nuestro perro, Danko, tuvo un primer momento de nerviosismo, cuando vio al bebé llorando a moco tendido en los brazos de Elena, e hizo un amago de subirse, como estaba atento pero tranquilo, anticipé la situación (seguramente demasiado, porque Danko no hubiese llegado a subirse) y le dije con calma “abajo”. No fue una corrección, sino una indicación que utilizo habitualmente con Danko y que no hizo más que ayudar a normalizar la situación. Ese fue todo el problema que tuvimos en «la presentación» entre Vera y Danko. Después, ya situados en casa, se acercó a olerla tranquilamente, le lamió los pies… Fue un día muy bonito y emotivo.  Desde entonces, no se separa de ella y no tenemos ninguna duda de que tendrán una gran relación en el futuro y nosotros disfrutaremos de ella. Aún así, estamos siempre atentos y disfrutamos de cada interacción entre ellos. Es lo único  que en el futuro nos garantizará que todo siga yendo tan bien como hasta ahora…

Justo antes de escribir estas líneas estuve hablado unos minutos  con Vanessa, de la protectora Hoope, sobre este tema, y me confirmaba que son muchos los perros y gatos que son abandonados con la excusa de que ya no pueden atenderlos, que tienen miedo a que le hagan daño a sus hijos, alergias, etc.

No te engañes. No hay excusas para maltratar y/o abandonar un animal. Se responsable.

En  Hoope se encuentran en una situación límite, en la que son mas los animales abandonados que recogen que el número de adopciones. Desde Dogminancia os pedimos y os recomendamos colaborar con ellos ya que son un grupo humano que hacen una  incansable y gran labor por los animales:

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