Nuestro perro, nosotros y nuestras emociones

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Nuestro perro, nosotros y nuestras emociones.

Nadie duda que las personas tienen emociones; sin embargo, sorprendentemente, muchos todavía dudan de que los perros las tengan. Por suerte, cada vez más gente es consciente de la importancia que las emociones y la gestión de las mismas tienen en el comportamiento humano, en nuestro bienestar, nuestra forma de comunicarnos con el entorno y adaptarnos a él, etc., pero, asombrosamente, muy pocos, son conscientes de la importancia que las emociones tienen, en los mismos aspectos, en los perros. Y para terminar de redondearlo… ¿Cuánta gente es consciente del peso que las emociones tienen en las relaciones entre perros y humanos? Aún menos y ese es el motivo por el que hemos decidido escribir esta publicación.

Hay muchas definiciones de lo que es una emoción pero una sencilla y creemos que suficientemente clarificadora es que se trata de una reacción psicofisiológica que representa un modo de adaptación a un estímulo del entorno (o de uno mismo). Esta reacción conlleva un estado afectivo; una reacción subjetiva que viene acompañada de cambios orgánicos. Por lo tanto, una emoción (miedo, tristeza, alegría…) implica cambios psicológicos, fisiológicos y conductuales (los cambios psicológicos y físicos provocarán cambios de conducta). Todas esas emociones van teniendo una repercusión y forjando un estado emocional. Entonces… ¿Cómo no van a ser importantes las emociones para los humanos, los perros y la relación entre ambos?

Muchas veces nos preguntan como solucionar problemas con un perro y cuando les explicamos “el plan de ruta” y que lo primero es mejorar el estado emocional del perro, solo vemos caras de incredulidad. Todo el mundo espera que se actúe directamente sobre el problema pero ¿Cómo vas a solucionar un problema si el perro ni siquiera está preparado para afrontarlo? Por ejemplo, con un perro que es reactivo con otros perros, todo el mundo quiere que hagas algo para que deje de serlo pero en primer lugar (o en paralelo) se debería trabajar en el estado emocional, en que el perro se sienta mejor y tenga una mejor percepción del entorno y, concretamente, de esos perros a los que teme, no sabe interpretar, etc.

Otras muchas veces lo que pasa es que es la persona la que no está preparada emocionalmente para relacionarse bien con su perro. Es algo que también cuesta mucho asimilar pero, por ejemplo, si una persona quiere mejorar “la llamada” con su perro y resulta que esa persona está pasando un mal momento y libera su estrés gritando a su perro, castigándole, etc. éste difícilmente va a tener muchas ganas de acudir cuando le llame, teniendo un montón de estímulos mucho mas motivadores que esa persona (otra cosa es que en un entorno controlado el perro aprenda a acudir a cambio de que le des un trocito de salchicha, pero eso es solo una forma de sacar dinero, no una forma de solucionar un problema).

Y ligando un ejemplo con el otro: si un perro no está bien emocionalmente y tiene problemas de conducta ¿no afectará al estado emocional de las personas que convivan con él? En el ejemplo anterior, si el perro empieza a reaccionar agresivamente cada vez que ve un perro, las personas que convivan con él empezarán a tener miedo cada vez que aparece otro perro, a sentir frustración cuando ven que vuelve a pasar… e irá empeorando, también, su estado emocional.

Y si es la persona la que tiene problemas ¿su estado emocional no acabará afectando a su perro? En el ejemplo anterior, si la persona estresada empieza a descargar su ira sobre su perro, a estar de peor humor, a ir siempre con prisas o a prestarle menos atención, el perro empezará a tener miedo, a estar estresado, a ser más inseguro, etc.

Sí. Definitivamente las emociones y el estado emocional son muy importantes en la vida de las personas y en la de los perros, pero es que además se retroalimentan uno al otro de tal forma que nos haríamos un flaco favor si no lo tuviésemos en cuenta ya que, en nuestra opinión, es imposible abordar con garantías ningún problema en la relación con nuestro perro sin tener en cuenta el estado emocional de ambas partes. Pero, ojo, este efecto circular no solo afecta en sentido negativo; si generas una corriente positiva y aprendes a sonreír a tu perro a, estar más relajado y a preocuparte menos por las cosas… En definitiva, si “trabajas” en mejorar tu estado emocional ¿no estarás mejorando también el estado emocional de tu perro? Y si el estado emocional de tu perro mejora ¿no mejorará aún más el tuyo? Sí. Somos conscientes: nos repetimos y, efectivamente, nos volvemos a meter en un movimiento circular…

Y recuerda lo más importante….¡No te olvides de disfrutar de tu perro!

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Dirham quiere cambiar emociones negativas por emociones positivas. Si quieres darle la oportunidad que se merece, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:

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