Yo maltrato a mi perro y funciona. Suena duro ¿verdad? Pues a nosotros nos suena igual de mal cada vez que escuchamos frases del tipo: yo (que he visto todos los programas de la tele) hago esto y funciona, ¡ah! pues a mi (que tengo perro de toda la vida) me funciona, pues no estará tan mal si al señor del programa de televisión (el mejor adiestrador del mundo) le funciona, pues en la protectora en la que soy voluntaria (en la que algo sabrán de esto) lo hacen y funciona…, etc.
Y parece que solo por quitarle el adjetivo maltrato, ya está mucho mejor pero ¿está mejor? ¿realmente funciona? ¿le funciona al perro? ¿me funciona a mí? ¿realmente estoy consiguiendo lo que quiero y estoy mejorando la relación con mi perro o estoy viviendo en una gran mentira?
Lo primero que deberíamos preguntarnos es si el hecho de que algo funcione le da legitimidad. A nosotros no nos lo parece. No nos imaginamos a las personas que defienden vehementemente ciertas posturas, defender las bondades de que nos soltasen una descarga eléctrica cada vez que superamos el límite de velocidad con el coche, nos diesen una colleja cada vez que comemos un poco mas de la cuenta o nos hiciesen la zancadilla y nos inmovilizasen en el suelo cada vez que vamos de compras (sí, nosotros, las personas, también hacemos cosas mal, tenemos falta de autocontrol y realizamos muchas acciones de forma compulsiva…)
Lo segundo que deberíamos preguntarnos es si realmente funciona. Ejemplos reales:
- Perra ansiosa con la comida, según las personas que conviven con ella: A pesar de que tienen infinidad de problemas con ella, dicen que les funciona darle un toque en el costado a la vez que hacen “shhh” para alejarla de la comida. Acto seguido le dicen que se siente (varias veces) y ella espera (a duras penas) a que le pongan la comida ¿les funciona? Es evidente que no. Si tres veces al día tienes que andar dando golpes a tu perro para quitártelo de encima porque está en un estado de excitación que le hace estar totalmente descontrolado, parece claro que nuestra solución no solo no funciona, sino que seguramente fue parte del origen del problema (seguramente esa perra fue una cachorrilla que se volvía loca cuando llegaba la hora de la comida y en lugar de tener un poco de paciencia, enseñarla, etc. encontraron una forma “fácil y cómoda” de controlarla, y sobre todo, de que el problema “no fuese a mayores”, no fuese a ser que esos signos de dominancia fuesen a más cuando se convirtiese en adulta. Mejor cortar por lo sano…). Evidentemente, esta “solución” no le funciona al perro (cada vez está más estresado y recibe su dosis correspondiente de golpes cada día) ni a personas (años después tienen que seguir recurriendo a los golpes para conseguir lo que quieren, con la correspondiente ración de mala leche y de frustración que ello conlleva. Además, han incorporado otros problemas que no existirían sin su “solución que funciona”). Por lo tanto, están viviendo en una gran mentira en la que parece que algo funciona cuando en realidad nada funciona (si fallamos en la base, fallamos en todo)…
- Perro que come excrementos en la calle y al que le recetan un buen collar eléctrico. En una semana el perro ha dejado de comer cacas pero, curiosamente, ha empezado a orinarse en casa, un día destrozó un cojín, cuando hacía años que no lo hacía… Nadie en la familia es capaz de relacionar una cosa con la otra (ni siquiera el veterinario, que está tratando al perro por la incontinencia) pero es evidente que tiene mucho que ver. La solución que “le funciona” a la persona ha provocado problemas mucho más graves de los que pretendía evitar. De hecho, el perro no tenía ningún problema y ahora tiene varios, todos ellos relacionados con el miedo que esa “solución” ha generado, y las personas que tenían “un problema” ahora tienen varios, más graves del que pretendían evitar…. Están viviendo una gran mentira en la que, como casi siempre, se acabará culpando de todo al perro en lugar de pararse a analizar que es lo que realmente está pasando y comprobar que igual eso “que funciona” no solo no funciona sino que es lo que lo ha complicado todo….
Podríamos poner millones de ejemplos de soluciones que a la gente “le funcionan” pero que realmente no solo no funcionan sino que están generando infinidad de problemas en los perros, en las personas y en la relación entre ambos. De hecho, nos atrevemos asegurar de que en el origen de la mayor parte de problemas que nos encontramos en los perros el origen es “una solución que funciona” (collares de castigo, toquecitos, tirones de correa, utilización de productos disuasorios, gritos, castigos y reprimendas, etc.)
Muchas de estas “soluciones” son, sin duda, formas de maltrato, aunque mucha gente no lo quiera o no lo sepa ver. En otros casos puede haber argumentos para defender que no lo sean, porque se encuentran en esa delgada línea en la que se podría discutir si todas las acciones que provocan un daño en nuestro perro (consciente o inconscientemente) lo son pero lo que está claro es que ninguna de estas soluciones funciona. Ojo, no decimos que, por ejemplo, pegando unos buenos tirones con un collar de ahorque no puedas conseguir que un perro deje de tirar de la correa pero:
- Si nos basamos en la experiencia, la probabilidad de que lo utilices “bien” es muy baja.
- Si no lo utilizas “bien” incrementarás el problema que pretendes evitar y generarás otros que, muy probablemente, sean mas graves.
- Si eres capaz de utilizarlo “bien” y, por lo tanto, tienes conocimientos de como actúan los castigos en los perros, como aprenden, eres capaz de aplicar un buen timing, etc. ¿para que coño necesitas utilizar un collar de castigo?
- Al perro le duele y ese daño dejará una “huella psicológica” mayor o menor en función de distintos factores.
Este ejemplo se puede trasladar a cualquier otra “solución de esas que funcionan” pero, como hemos visto, en cualquiera de los dos casos (seas capaz de utilizarlo “bien” o no), no funciona. Si no tienes los suficientes conocimientos y experiencia solo incrementarás el problema y si los tienes, además de que siempre puedes fallar y, por lo tanto, también incrementar el problema, lo que es seguro es que no estás utilizando la mejor alternativa y, sobre todo, que, a pesar de tu pericia, estás provocando, en mayor o menor medida, un daño a tu perro (los métodos punitivos “funcionan” a través del miedo y/o el dolor, no nos engañemos y utilicemos eufemismos como que “el collar no le duele, solo vibra”, como si el perro dejase de hacer algo al apretar el botón porque el collar le está dando un agradable masaje).
Cambiemos, entonces, la aseveración de “a mi me funciona” por las preguntas que nos hacíamos al principio de esta publicación ¿le funciona al perro? ¿me funciona a mí? ¿realmente estoy consiguiendo lo que quiero y estoy mejorando la relación con mi perro o estoy viviendo en una gran mentira? Es ahí cuando realmente empezará a funcionar todo…
Y recuerda lo más importante….¡No te olvides de disfrutar de tu perro!
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