Jumper: El perro que saltaba sobre las personas

Jumper_Dogminancia

Todo el mundo que conoce a Jumper le califica como un perro nervioso. Es curioso porque, según dice también todo el mundo, los labradores son perros muy tranquilos y cuando Marta le seleccionó de aquella camada, parecía el mas calmado de todos….

Marta nunca había tenido un perro pero antes de introducir a Jumper en su vida se encargó de ver todos los programas de perros que echaban por la tele y de buscar toda la información necesaria por internet. No estaba pasando por una buena etapa por lo que tener un perro era de las pocas cosas que le motivaban. Tenía claro que quería hacerlo bien y tras varias semanas informándose, llegó a la conclusión de que por fin era el momento. Ya estaba preparada para ello.

Rápidamente, Marta se dio cuenta de que había tomado la mejor decisión de su vida. Jumper no era el cachorro tranquilo que se imaginaba pero daba alegría a su vida, incluso cuando le rompía los zapatos o los muebles, cuando salía a la calle ansioso por encontrar otros perros o se comía cualquier cosa que encontrase por la calle, etc. Marta era muy feliz. Mucho mas que antes…

Seis meses después Jumper era un perro muy sociable y con muchísima vitalidad, al que le encantaba jugar con todo el mundo. Marta había leído que los perros descansaban la mayor parte del tiempo pero el suyo no paraba quieto!! Es mas o menos por esa época cuando los saltos que, constantemente, pegaba jumper empezaron a ser molestos.

Porque, desde muy pequeño, jumper saltaba sobre ella cuando llegaba a casa, cuando le iba a poner la comida, cuando quería que Marta le prestase atención, cuando iban a salir a la calle…. pero también saltaba sobre las visitas, sobre las personas que llevaban comida, pelotas, etc.

Marta no entendía muy bien lo que pasaba. Cada vez que saltaba, ella le daba un toque en el costado a la vez que hacía shhhh! no! abajo! o quieto!! Se suponía que es como debía hacerlo pero no solo no funcionaba sino que, cuando lo hacía, Jumper se ponía muy nervioso y saltaba aún más.

Cada vez que Jumper saltaba sobre alguna de las personas del grupo con el que se juntaban en el parque Marta escuchaba diferentes versiones de lo que debía hacer: tienes que ser mas dura, tienes que ignorarle, el perro es muy dominante y tienes que cambiar de actitud para ser la líder, pégale un buen tirón de correa cuando inicie el salto….

Pero, día tras día, la confusión de Marta iba en aumento. Había probado de todo y nada funcionaba. Era una mujer inteligente por lo que lo único que tenía claro es que algo estaba haciendo mal y que ese mantra que se había grabado a fuego antes de comprar a Jumper no funcionaba como ella imaginaba. Y, además, estaba su vecino, Jorge,  que siempre llevaba a su perro suelto pero se atrevía a decirle que dejase de escuchar a sus amigos del parque, que su perro no era dominante sino que en su día había aprendido que, cuando saltaba, resultaba muy gracioso y/o conseguía lo que quería y que darle golpes y tirones no había hecho más que empeorarlo todo porque el perro no entendía nada y se ponía nervioso.

Según pasaba el tiempo, Jumper empezó a mostrar distintos problemas de comportamiento, a la vez que se iba alejando más de aquel perro tranquilo que se suponía que era (huía para ir a por otros perros, tiraba mucho de la correa, rompía cosas en casa, etc.)

Y mientras tanto, en el piso de al lado, el vecino seguía “trabajando” con su perra Duna. Jorge sufría cada vez que veía a Marta con Jumper. No soportaba ver como, poco a poco, iban empeorando su relación pero temía la reacción de su vecina porque, a pesar de que se apreciaban, siempre se ponía tensa cuando la intentaba decir que podía aprender otra forma de relacionarse con su perro. Y es que unos años atrás, Jorge tuvo problemas mucho peores  con Duna. Hubo un tiempo en el que él también hacía caso a la gente del parque pero, por suerte y tras dar muchos palos de ciego, encontró una profesional que le explicó que los problemas que Duna tenía iban mucho más allá de los síntomas que mostraba, que tenía que borrar todo lo que creía que sabía y aprender de nuevo a relacionarse con Ella. Y entonces, cuando empezó a mejorar el bienestar general de su perra, a darle más y, sobre todo, mejores paseos, a fijarse en las señales que le mandaba, a cambiar el generarle miedo por enseñarle a estar calmada en determinadas situaciones, etc. es cuando, curiosamente, todos los síntomas empezaron a desaparecer…

Moraleja: la mayoría no siempre tiene la razón. Si los programas de la tele y los consejos del parque no funcionan, hay una alternativa a pensar que tu perro es incorregible o que tú eres muy torpe.  A lo mejor, ése al que no escuchas es el que verdaderamente sabe de perros, a lo mejor solo tienes que buscar a alguien que te ayude a olvidar lo aprendido y te enseñe a empezar de cero….

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