Lo reconozco: quiero a mi perro, sin matices, y no me avergüenzo de ello…
Escuchamos muchas veces frases tipo «se les quiere mucho. No como a las personas, claro, pero dan tanto cariño…», «está muy bien ayudar a los perros pero habiendo tantas personas pasándolo mal…», «¿les dejáis entrar en casa?»… Hay un largo etcétera de frases que escuchamos en el día a día que nos hacen ver que, a pesar de los avances, estamos muy lejos de conseguir que mucha gente entienda lo que los perros puede significar para otras muchas personas.
Hace una semana leíamos un artículo en el que se mencionaba «la posesión de mascotas» (tal cual), como una de las causas del descenso de la natalidad en España. Pero si ya nos llamó la atención el artículo, mucho mas nos la llamaron todos los comentarios que hacían los lectores: «solo en una sociedad decadente se puede querer a mascotas como si fueran personas», «me pongo enfermo cada vez que veo a una persona hablando a un perro», «tener un bebé es una responsabilidad muy grande, por eso hay gente que prefiere tener perros» (como si tener un perro no fuese ninguna responsabilidad)…
Nos gustaría decir algo mas bonito o constructivo pero la verdad es que no entendemos muy bien cual es el problema que tiene toda esa gente…
No vemos la relación entre que las personas tengan perros y que no tengan hijos porque no creemos que uno sea sustitutivo del otro, igual que, por ejemplo, una madre no es sustitutivo de una hermana, una amiga o una novia. Pero, claro, es muy fácil desviar la atención hacia el eslabón mas débil de la cadena en lugar de preguntarse si los jóvenes tienen salarios con los que poder mantener a un niño, si los horarios de trabajo, estilo de vida, etc. favorecen esa natalidad de la que tanto hablan o si los perros nos pueden aportar algo que cada vez es mas difícil que nos aporten las personas.
Tampoco vemos por qué se tiene que elegir entre querer a las personas o a los animales porque, como decíamos, no creemos que sean sustitutivos uno del otro sino que, mas bien, creemos que son totalmente complementarios. El amor que tengo por un perro es distinto al que tengo por otros perros y distinto al que tengo por cada persona o cada cosa que me rodea. Salvo que alguien nos convenza de lo contrario, no solo nos parece lo más normal, sino que nos parece lo más sano…
Y que decir de esas personas que critican, desde el salón de su casa, que se quiera y se ayude a los animales, con el único argumento de que hay muchas personas que necesitan ayuda… Además de que tampoco creemos que sean sustitutivos (es más, estamos convencidos de que la mayor parte de la gente que ayuda a los animales tiene suficiente sensibilidad como para no preocuparse solo por ellos) creemos que nunca se debería criticar al que presta cualquier tipo de ayuda desinteresadamente, sea cual sea esa ayuda… Es fácil hacer críticas destructivas desde el teclado de un ordenador o la pantalla de un móvil, pero si cada una de las personas que tenemos la capacidad de ayudar, lo hiciésemos, en el ámbito que prefiramos y sin creer que nuestra ayuda vale más que la de los demás, este mundo sería un poquito mejor… no tenemos ninguna duda.
Lo reconozco, quiero a mi perro, sin matices, y estoy orgulloso de ello. Debo de ser una de esas personas raras a la que, además, les sobra algo de amor para repartir con el resto del mundo y para intentar ayudar a los demás, de forma modesta pero con la satisfacción y el convencimiento de que lo poco que hago sirve para algo….
¿Y tú? ¿puedes decir lo mismo? ¿Intentas hacer algo, dentro de tus posibilidades, para que este mundo sea un poquito mejor? No sabemos cuál será la respuesta pero estamos seguros de que, digan lo que digan, si quieres a tu perro estarás algo más cerca de ello…
Logan, el perrete de la foto, es un guaperas simpático que se hace querer. Si quieres darle la oportunidad que se merece, puedes ponerte en contacto con Hoope.org:
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