¡¡Va por ti pequeña!!

Gara Cabeza con logo

Hoy hace exactamente un año y aún la echo de menos. Mucha gente no lo entenderá, pero todavía se me saltan las lágrimas cuando pienso en ella o cuando escucho la canción que vincularé a ella para siempre.

Hace un año que Gara, mi fiel compañera, murió atropellada por un coche y, aunque una parte de mí también murió ese día, hoy sé que nació algo más fuerte: las ganas de intentar devolverle un poquito de todo lo que me dio, de que su fuerza y su valentía no se pierdan para siempre. Pasé muchos días y muchas noches pensando en ella, en muchos momentos me culpé por lo que pasó, mientras que, poco a poco,  una idea se iba haciendo hueco en mi cabeza:

Me equivoqué, no supe ver todo lo que estaba haciendo mal. A pesar del esfuerzo, de haberle dedicado toda mi energía y casi todo el tiempo libre del que disponía, tuve que reconocer que no supe entenderla del todo. Nos esforzamos mucho, le dimos todo nuestro cariño e intentamos cubrir todas sus necesidades, buscamos adiestradores, información en cientos de sitios… Sé que seguramente nada podía haber hecho por evitar el accidente y sé que durante más de dos años le dimos una vida infinitamente mejor que la que le podían dar en la protectora de animales, pero hoy también sé que me equivoqué.

Gara vías del tren_Dogminancia

Tres meses antes de que Gara muriese, tuvimos la suerte de dar con Marta Arroyo, gran educadora de perros y sobre todo de personas, con un método basado exclusivamente en el “trato amable” a los perros (anteriormente, incluso mucho antes de conocer a Gara, habíamos tenido contacto con muchos adiestradores “tradicionales” y con otros muchos que estoy convencido que creían «educar en positivo» pero que realmente también utilizaban, en mayor o menor medida, métodos “tradicionales”). Los avances con Gara fueron notables y poco a poco fuimos recuperando la perra que, de no haber sido por la intervención humana, siempre debería haber sido pero, a pesar del progreso, yo seguía sin verlo. Evidentemente, notaba la mejoría pero no era suficiente para mí porque estaba demasiado metido en «mi problema», en mis ganas de disfrutar de mi perra y de que ella disfrutase de la vida que se le negó en el año y pico que pasó entre la calle, la protectora de animales (todo mi reconocimiento y mi agradecimiento desde aquí a la labor que hacen en Hoope-CPA Torrejón) y la primera familia que la adoptó (seguramente, su irresponsabilidad marcó la vida de Gara para siempre).

Fue después de morir Gara, cuando fui atando cabos y me hice consciente de la magnitud del cambio que habíamos ido logrando. Leí muchos libros, asistí a cursos, pensé mucho sobre todos los conocimientos que había ido adquiriendo y, sobre todo, empecé a observar a los perros, a las personas y la relación entre ambos.

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He llegado a muchas conclusiones, pero hay una principal sobre la que giran todas las demás y que, al menos para mí, cierra el círculo:

En general, nos relacionamos mal con nuestros perros, no les entendemos, hay un fallo fundamental en el enfoque. Nuestros amigos de cuatro patas no son lobos (nosotros tampoco, claro) y cuando surge algún problema, la solución no consiste en identificar si nuestros perros son dominantes o sumisos, en situarnos jerárquicamente por encima de ellos o en comprar collares con los que podamos controlar en todo momento a nuestros entusiastas y sufridores compañeros peludos.

Normalmente, nuestro perro solo quiere entendernos, agradarnos y si nosotros, que supuestamente somos la parte de la relación más inteligente y desarrollada, comprendiésemos esto en toda su magnitud y pusiésemos el mismo empeño que ellos en entenderles y en aprender a convivir con ellos, dejaríamos de ver problemas y de estresar a nuestros perros y empezaríamos a disfrutar de ellos, fortalecer el vínculo y  hacerles (y por lo tanto hacernos) la vida un poco más fácil (fuera estrés, incoherencias, tirones, repeticiones de órdenes inútiles, frustración…).

No me gustaría dejar una idea equivocada. Gara fue una perra extraordinaria y a pesar de que pueda parecer lo contrario, puedo asegurar que la convivencia con ella fue maravillosa. Tanto que podríamos haber obviado o llevado de mejor manera sus pequeños problemillas. Pero la necesidad de ayudarla, de intentar que su vida fuese un poco mejor de lo que lo había sido hasta entonces, nos hizo volcarnos en ella, en algunos momentos, de forma equivocada. Mientras tanto, ella nos perdonaba todos nuestros errores, guiándonos y mostrándonos su agradecimiento cada día. Solo le faltó decirnos: relajaos!! Si yo ya tengo todo lo que necesito!! Enseñadme lo que queréis de mi y se acabarán todos vuestros problemas para siempre!!

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Por desgracia, nos faltó tiempo, pero su muerte me abrió los ojos y cambió para siempre mi forma de entender la relación con los perros. Fue un alto precio el que tuve que pagar por ello pero, a pesar de su jodida ausencia, tengo la sensación de que no se ha ido del todo, de que siempre estará a mi lado (sé que mas de uno pensará que estoy loco pero poco me importa a estas alturas).

Ahora, un año después, es el momento de seguir el camino que ella me marcó, de poner mi granito de arena para acabar con la «cultura de la dominancia» y difundir la de la Dogminancia…

Hoy comienza el Proyecto Gara. Con conseguir ayudar a una sola persona a mejorar la relación con su perro o a entenderlo mejor, todo esto habrá merecido la pena.

Esperamos conseguirlo pero sea como sea…. ¡¡¡¡Va por ti pequeña!!!!.

Puedes consultar todas nuestras publicaciones siguiendo este enlace.

Gara

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